Las miniaturas es lo que a mi me trajo a este mundillo desde que Carlitos nos enseñó a jugar a una especie de juego raro, complejo y en que él era el malo, un brujo. Un tal Heroquest.
Aquella tarde de un sábado otoñal con unos 11 años (increíble mi memoria para ciertas cosas) puso en germen en mi que se desarrolló como un Alien, un Alien lento; pero un Alien. 6 años después, conseguí una copia del Heroquest, y quedándose corto lo que ofrecía ( ¿o no Javli?) nos embarcamos en un viaje a por más miniaturas a una tienda de muñecos parecidos que nos dijeron. Una tal Games Workshop.
¿Y a qué viene toda esta mierda? Pues no lo sé. Por que yo venía a hablar de lo que es una miniatura de plomo. Por aquel entonces, en esa tienda de la calle Princesa en Madrid salía el nuevo codex de la Guardia Imperial, ninguno teníamos ni idea de que cojones era eso; y menos de que hubiese tanta gente que le gustase y jugase a algo parecido. Así que, tras no dejarnos engatusar por aquellos polos rojos (y porque eramos pobres como ratas, eso no cambia fijaos) nos decidimos por un blister de tres elfos silvanos con lanza, una hechicera elfa oscura, conocida por nosotros como LA PUTA; y un enano:
Ungrim, puño cerrado. El que va al baño cuando sus colegas pagan la cuenta.
Así que esas fueron, y fue mi primera miniatura de plomo. Realmente deberían de ser las primeras de metal blanco, ya que Games Workshop hizo el cambio sobre el 97 pero eso es otra historia que comentaré en otra ocasión. A lo que iba, todo con plomo mola más. Todo con aplomo se disfruta mejor. Y de ahí el juego de palabras con PLUMB y APLOMB. Es curioso que en inglés se diferencie por una letra y en castellano no.
La idea es empezar con aplomo cualquier aventura. En el blog nos va a sobrar plomo. Seguro.
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